Pero ya estoy de vuelta por aquí, después de varios meses y con muchas cosas que contar. La pena ha sido no haber tenido tiempo (ni ganas) de escribir antes, ya que algunas cosas las veo desde otra perspectiva pasado el tiempo, sobre todo el postparto.
Empezaré contando mi parto, ya que desde la semana 28 poca novedad hubo, excepto que seguí engordando, cogí la baja y el cansancio se hizo horroroso.
En mi semana 38, lunes 18 de junio, tenía que ir a monitores por 2ª vez. La semana anterior tenía el cuello casi borrado, pero no tenía síntomas de que el parto estuviera cerca. Creía que no habría mucha novedad, pero al examinarme el ginecólogo me indicó que estaba dilatada de 2 cm, las pulsaciones del niño habían disminuido un poco en relación con la semana pasada y la placenta estaba empezando a envejecer.
Después de decirme todo esto "me dio a elegir", o esperar y que pudiera haber complicaciones o irme esa misma noche al hospital y al día siguiente inducirlo. Obviamente hice lo que él me aconsejaba y le dije que nos íbamos al hospital.
Según salí de su consulta rompí a llorar de los nervios, pero me alegraba de que estaría todo muy controlado, y habíamos llegado al final del embarazo.
Hicimos maletas, comimos algo y nos fuimos al hospital. Allí me pusieron monitores una hora pero poco más.
Habitación del hospital |
Esa noche fue emocionante, ya teníamos una cunita preparada a nuestro lado, en menos de 24 horas le veríamos la carita.
A las 9 de la mañana vinieron a buscarnos, nos instalamos en el paritorio y empezó todo: Me pusieron la vía con el suero, el enema (que desagradable!, pero ya estaba limpia para el resto del día), y la oxitocina. Empiezan las contracciones. No noto nada. Me suben la oxitocina. Sigo sin notar nada. Al cabo de un par de horas empiezo a notar "dolores de regla". Pasada otra hora más no se parecían nada a dolores de regla.
Tuvimos la suerte de que era la única ese día que iba a parir en ese hospital, por lo que la atención sería totalmente para mi. Mi matrona era muy simpática y muy atenta, y me dijo que al ser inducido podían ponerme la epidural cuando quisiera, que no tenía porqué sufrir, y que le parto no se pararía (cosas que lee una por ahí).
Como tenía la vía y los monitores no podía moverme más de dos pasos de la cama, por lo que opté por pedir la epidural. Fue muy desagradable, no solo el pinchazo (que también) si no el latigazo que me dio en la pierna y la sensación de frío entrando en mi espalda. Pero al momento la sensación fue muy agradable... ¿Sabéis esa sensación en la cara cuando el dentista te pone anestesia?, pues eso de cintura para abajo.
Solo estaba de 4 centímetros y habían pasado unas 4 horas por lo que nos relajamos. De echo yo me dormí una hora. No sentir nada y estar tumbada en una cama es muy aburrido.
Se pasó el ginecólogo para verme y como no había avanzado decidió romper la bolsa. Otra sensación desagradable, que aunque no fue dolorosa sentí mucha presión y a partir de ahí estaría soltando líquido casi constantemente.
(Arriba las constantes del bebé, abajo las contracciones de dos en dos) |
Sobre las 7 de la tarde me dijeron que estaba de 8 centímetros y que faltaba muy poco. Tonta de mi le pedí a la matrona que me bajaran la epidural, ya que no sentía nada y no podría empujar. En qué momento... Casi de repente empecé a notar las contracciones, y mis piernas volvieron a tener sensibilidad total. Pero en cuestión de minutos las contracciones se hicieron insoportables, mi marido me agarraba y yo no podía dejar de revolverme en la cama. Otra dosis de epidural. Todo volvía a ser maravilloso....
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