¿Veis esta montaña rusa? Pues así fueron mis primeros 15 días emocionalmente hablando.
Durante el embarazo me crucé con muchos artículos y posts sobre el posparto que no presté atención, imaginaba que serían unos días cansados, algo doloridos, etc. Pero resultaron más que eso. Ni que decir que si no hubiera tenido puntos todo habría sido diferente, pero aún así son unos días totalmente horrorosos.
De la lactancia no diré mucho porque me gustaría dedicarle una entrada a ella sola, tiene chicha. Pero fue un añadido al cansancio y al dolor.
Las visitas. Qué mal llevé las visitas!, y parece que si dices que no vengan eres mala persona, pero la sociedad ha creado una especie de obligación de conocer a los bebés nada más nacer que no es bueno para nadie, y menos para una madre que se siente como una leona protegiendo a su cachorro ante los peligros del mundo. Sobre todo la gente mayor, tíos y abuelos son menos flexibles en eso. Cedimos un poco porque en 15 días nos queríamos ir a la playa y estar allí un mes. Pero a Google pongo por testigo que si tengo un segundo hijo no admitiré ninguna visita hasta pasados al menos los 15 días del posparto, le pese a quien le pese. No volveré a ver a un hijo mío recién nacido pasando de mano en mano, solo para hacerse la foto, que llore por hambre o sueño y le importe un carajo a quién "le toca cogerlo". Nunca más.
También pagué la novatada nocturna. Cuando se despertaba encendíamos la luz, nos sentábamos le cogíamos, le daba el pecho, gases fuera, y acunarlo para volver a dormirlo. No dormíamos en toda la noche. Al cabo de una semana pedimos por Amazon una cuna de colecho, dudamos en comprarla porque nos dejaron una minicuna, pero fue lo mejor decisión que tomamos. Cuando se ponía nervioso o soñaba solo tenía que mover un brazo, y cuando le tocaba comer le acercaba a mi pecho y comía mientras yo me quedaba en duermevela, terminaba y si no se quejaba no le sacaba gases y le volvía a mover a su cuna, no me tenía que levantar ni encender la luz.
Todo era una novedad y tenía muchas dudas, nos estábamos acostumbrando los 3 a la nueva situación. Pero cada cosa que hacía, ya fuera bañarle, cambiarle, vestirle o arroparle me suponía dudas, constantes preguntas de si lo estaré haciendo bien, sintiéndome culpable por infinidad de cosas. Yo no soy así. Pero en ese momento lo era. Una vez leí que en el hospital cuando te entregan a tu hijo te dan también una mochila cargada de culpa. Que poco a poco tienes que ir aprendiendo a eliminar.
Se supone que tenía que estar ilusionada, pero estaba muy cansada. Parecía que no mejoraría nunca y algún día rompía a llorar preguntándome por qué no me sentía la mujer más feliz del mundo. Hasta me sentía culpable por no estar exultante de felicidad. Para mí, mi marido tenía la culpa de todo, y todo lo hacía mal, pero a la vez sin él no podía hacerlo. Fue un apoyo muy grande, supo capear el temporal muy bien, porque estoy segura de que no fui la mejor compañía esos días.
Pasados 15 días (aproximadamente) nos fuimos a la playa, estábamos solos, relajados, y ahí empecé a enamorarme de nuevo de mi bebé y de mi marido.
Señora S
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